El Lluçanès es una comarca oficialmente joven, pero su identidad se ha ido forjando a lo largo de siglos de historia. Este territorio, situado entre Osona, el Bages y el Berguedà, y que se define como tranquilo y sereno, es hogar de leyendas y paisajes que nos vinculan con el pasado, pero también se proyecta hacia un futuro ligado a la sostenibilidad y al respeto por la naturaleza. 

Un paraíso para el senderismo 

A quien le guste caminar, encontrará en el Lluçanès más de 200 km de senderos que unen pueblos, masías, ermitas y rincones llenos de encanto. Hay itinerarios familiares, ideales para descubrir el patrimonio con calma; senderos naturales que atraviesan bosques con fuentes, embalses y miradores; caminos históricos y ganaderos que nos llevan a pisar las huellas de pastores, brujas, bandoleros o carlistas; y rutas temáticas como la Ruta-juego de las setas, que permite a los más pequeños aprender sobre este fascinante mundo mientras disfrutan de la naturaleza. 

El románico del Lluçanès 

En todos estos pueblos, caminos y paisajes, el Lluçanès conserva un rico legado románico con una larga lista de lugares de interés, como la cripta de Sant Andreu d’Oristà, el Monasterio de Lluçà o Sant Pere de Serrallonga. La comarca los pone al alcance de todos con rutas y juegos pensados para todas las edades y que permiten desvelar todos sus secretos. 

Con el Juego del románico, los visitantes se ponen en la piel de un peregrino medieval y recorren pueblos, masías y bosques superando pruebas para descubrir estos monumentos, en una experiencia lúdica que conecta el patrimonio con la exploración y el disfrute compartido. 

Un territorio que invita a moverse... y a detenerse 

Cicloturismo por carreteras sinuosas, rutas en BTT entre bosques y riscos, paseos a caballo o retos de montaña: la oferta para los más atrevidos es variada y abierta a todos los públicos. Pero el Lluçanès, con su ubicación privilegiada, también destaca por ofrecer unas vistas espectaculares del territorio, erigiéndose en el auténtico mirador de Cataluña. Desde puntos como el Mirador dels Munts, con una panorámica de 360°, el del Serrat de les Forques, que incluye una glorieta modernista, o el de Sant Salvador de Bellver, se pueden divisar el Pedraforca, Montserrat, el Montseny y los Pirineos Orientales. 

Tradiciones y buena cocina 

Como lugar ideal para disfrutar de la gastronomía de proximidad, el Lluçanès cuenta con productos emblemáticos que no podéis dejar de probar, como la mítica coca de Perafita o la trufa, un tesoro culinario con cualidades excepcionales. El garbanzo de Oristà, las judías, los embutidos, los pies de cerdo o la carne de cordero son la base de una cocina hecha con paciencia y respeto por los productos de la tierra, con recetas que han pasado de generación en generación y que podéis degustar con desayunos de tenedor o platos de fonda de establecimientos como Ca la Cinta o el Cafè del Mig.

La comarca también mantiene viva su identidad a través de fiestas y tradiciones. El Centro de Interpretación de la Brujería en Sant Feliu Sasserra o el de Perot Rocaguinarda recuerdan historias de brujas y bandoleros, mientras que ferias y celebraciones siguen siendo espacios de encuentro que mantienen viva la tradición ganadera de la zona. En Alpens, la Ruta de la Forja convierte el pueblo en un museo al aire libre y en un referente europeo de este arte. 

En busca de buenos viajeros 

El Lluçanès trabaja cada día para consolidar un modelo de turismo sostenible, que se materializa en el Compromiso por la Sostenibilidad Turística Barcelona Biosphere y en acciones centradas en la conservación del medio ambiente, el apoyo al tejido económico local, la promoción de la cultura y el impulso del bienestar comunitario. 

Esta comarca busca “buenos viajeros”: personas que sepan disfrutar de la naturaleza y la cultura con respeto y admiración. Por ello, ofrece manuales de buenas prácticas y actividades educativas como el juego de pistas del yacimiento romano de Puig Ciutat, que combina historia, arqueología y diversión. 

Descubrir el Lluçanès es adentrarse en un territorio auténtico, donde la naturaleza, la historia y la vida rural se combinan en armonía para mostrar al visitante siglos de memoria e invitarle a vivir el presente con serenidad.