Cuando pensamos en Malgrat de Mar, lo primero que nos viene a la mente son, probablemente, sus extensas playas de arena fina y dorada. No es ninguna sorpresa: este municipio costero, situado al norte del Maresme y cercano ya a la Costa Brava, es desde hace décadas un destino emblemático para las escapadas estivales. Pero Malgrat de Mar es mucho más que eso. Con una oferta turística familiar certificada y un compromiso real con la sostenibilidad, este pueblo de larga tradición marinera y agrícola merece ser redescubierto desde una mirada más pausada, activa y consciente. 

Sol, playa y mucho más 

Con casi 4,5 km de playas amplias y bien equipadas, Malgrat de Mar ofrece un entorno ideal para quienes buscan relajarse y disfrutar del mar, pero también para aquellos que quieren hacer deporte, caminar o simplemente conectar con la naturaleza. De hecho, uno de sus grandes atractivos son los espacios naturales que rodean el pueblo y que albergan una riqueza ecológica de gran valor. 

El delta del río Tordera, entre Malgrat y Blanes, es uno de esos lugares. Como refugio y lugar de reposo para muchas aves migratorias, es uno de los puntos con mayor biodiversidad del litoral catalán. La mezcla de aguas dulces y salobres crea un hábitat rico en fauna y flora que se ve transformado constantemente por la acción del mar y el río. En sus cercanías, la playa de la Conca destaca por su zona de dunas y la vegetación psammófila, formada por especies adaptadas a condiciones extremas, algunas de las cuales tienen usos medicinales y culinarios. En este entorno natural, también se han observado animales singulares como la tortuga boba, una especie en peligro de extinción que vive en alta mar y se acerca de noche a las playas de arena solo para poner sus huevos, y el chorlitejo chico, un ave protegida conocida por ser muy ruidosa en época de cría.

Retorno a los orígenes

Además de la costa, Malgrat de Mar cuenta con espacios agrícolas herederos de una larga historia campesina en la zona, que aún hoy se mantiene viva y que nos permite degustar productos como la judía del ganxet, con denominación de origen protegida. Paseando a pie o en bicicleta por los caminos que discurren entre los campos del Pla de Grau, os adentraréis en esta tradición agrícola y podréis comprobar de primera mano cómo Malgrat ha sabido preservar su entorno rural integrándolo en la oferta turística. 

El pueblo, completamente llano y accesible, invita a pasear por su núcleo antiguo, ya sea dando un paseo por sus mercados y terrazas o siguiendo una de las rutas urbanas diseñadas para conocer su patrimonio histórico y arquitectónico. Desde las casas modernistas hasta la colina del Castillo —la única elevación del municipio, conectada con el centro por un ascensor inclinado—, Malgrat sorprende por la variedad de elementos culturales y paisajísticos que ofrece. Con las visitas guiadas organizadas por el Ayuntamiento, podréis descubrir el legado romano, la arquitectura de veraneo del siglo XIX o la huella de la Guerra Civil en el municipio. 

Un mar de posibilidades 

Si sois aficionados al turismo activo, el potencial de Malgrat de Mar es enorme: caminos de gran recorrido (GR), rutas locales y senderos que enlazan el mar con el Montnegre permiten practicar senderismo, cicloturismo o pasar un rato al aire libre en un entorno seguro y bien señalizado. 

Con buenas conexiones con Barcelona y Girona, una amplia oferta de alojamiento familiar y una apuesta clara por la sostenibilidad avalada por el Compromiso por la Sostenibilidad Turística Destino Barcelona, Malgrat de Mar se consolida como un destino que va más allá del turismo de sol y playa. Es un pueblo que nos invita a redescubrirlo y disfrutarlo todo el año.