Navidad tiene un aire de magia innegable. Provoca unas ganas irresistibles de salir a la calle, de dar una vuelta y de respirar el ambiente navideño que una ciudad como Barcelona ofrece a ciudadanos y ciudadanas y a visitantes. Y estos planes son de lo más sugerentes porque combinan historia, cultura y el espíritu más auténtico de las fiestas. Seleccionamos un punto al azar del mapa de la ciudad: situémonos en la zona de la catedral de Barcelona.

Este edificio de aires góticos y sus alrededores no son solo un epicentro de la vida ciudadana, sino un auténtico escenario en el que la tradición catalana se despliega en su máximo esplendor.

La catedral de Barcelona: más allá del templo

La catedral de la Santa Creu i Santa Eulàlia es una joya arquitectónica del gótico catalán. Visitarla siempre es interesante en cualquier época del año por su inmenso valor patrimonial, pero durante el periodo navideño aún brilla más.

En sus espectaculares capillas, el visitante descubre una arquitectura imponente, el encantador claustro de las Oques y el solemne sepulcro de Santa Eulàlia, copatrona de la ciudad. Pero, al llegar diciembre, el edificio se transforma en el punto neurálgico de varias celebraciones populares que lo llenan de vida.

Hay dos que tienen un peso específico en la programación festiva de Navidad: el “Cant de la Sibil·la” y el Gran Concierto del Orfeó Català.

Escuchar el “Cant de la Sibil·la” es una auténtica experiencia holística, una propuesta cultural y tradicional profundamente arraigada, que se celebra la noche del 24 de diciembre, a las diez y media de la noche, justo antes de la también tradicional Misa del Gallo. Declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el 2010, este drama litúrgico de origen medieval se representa en el interior de la catedral. Alrededor del siglo XVI dejó de representarse porque se lo consideraba un ritual pagano, excepto en Mallorca, donde nunca se perdió. Es un canto profético que, con su solemnidad y la acústica del templo, crea una atmósfera realmente impactante y única. Su recuperación, primero durante el siglo XIX y, después, gracias a la declaración de la Unesco, es un ejemplo de supervivencia cultural. La mejor prueba es que cada vez se puede ver en más lugares de la ciudad y de la geografía catalana.

Otro momento álgido de las fiestas es el tradicional Concierto de Navidad que ofrece el Orfeó Català el 29 de diciembre de manera gratuita en el Pla de la Seu. Oír las voces del coro resonando bajo el cielo de invierno y con la imponente catedral como telón de fondo, es también una experiencia catártica. Es un acto multitudinario y muy emotivo que une a la ciudadanía alrededor de los villancicos más populares.

La Feria de Santa Llúcia: tradición y sostenibilidad

Es en frente de la catedral donde hay una de las verdaderas atracciones de las fechas navideñas en la ciudad de Barcelona: la Feria de Santa Llúcia.

Desde finales de noviembre y hasta la víspera de Navidad, el Pla de la Seu se convierte en un bullicioso mercado con más de 200 paradas. Es la feria de Navidad más antigua de Barcelona (documentada desde el año 1786) y el lugar ideal para buscar figuras de pesebre (con el Tió y el Caganer como estrellas indiscutibles), árboles naturales, artesanía y todo tipo de elementos para decorar el hogar.

Aparte de la belleza y el carácter tradicional, la Feria de Santa Llúcia tiene una vertiente de sostenibilidad importante. Comprar figuras y elementos decorativos aquí es una manera de practicar la economía de proximidad, de kilómetro 0, ya que los compradores apoyan a los pequeños artesanos y al comercio local en lugar de la producción masiva. Esto fomenta que el modelo de feria se mantenga en el tiempo y se reduzca la huella de carbono asociada al transporte de mercancías. Vivir la tradición también es una forma de consumir de manera responsable.

Vivir la Navidad en Barcelona es dejarse perder por las calles estrechas y apretadas del barrio Gòtic, integrarse en el bullicio de Santa Llúcia, escuchar (y cantar) la música navideña interpretada por el Orfeó Català y emocionarse con el “Cant de la Sibil·la”. La magia, el patrimonio y la historia en el corazón de la ciudad.