Los restaurantes Flax & Kale y su apuesta por la cocina flexitariana basada en vegetales y proteína saludable llevan la sostenibilidad al gran público.
Hace tan solo unos años, la gastronomía saludable era una gran desconocida. Fuera de cuatro vegetarianos militantes que habían convertido la alimentación en activismo, la mayoría de la gente ni siquiera conocía estas opciones.
En los últimos años, todo ha cambiado drásticamente, y buena parte de esta responsabilidad recae en iniciativas como la de Flax and Kale, que ya cuenta con tres restaurantes en Barcelona: Tallers, Passatge y Trafalgar.
La historia de esta empresa empieza cuarenta años atrás y entronca con la tradición familiar, cuando los padres de los actuales responsables del negocio abrieron el primer restaurante vegetariano en Lleida.
Era un momento en el que las cadenas de comida rápida aterrizaban en España y el consumo de refrescos azucarados se disparaba. A partir de las primeras decenas de clientes que acudían al establecimiento, poco a poco, se fue consolidando una parroquia de fieles a quienes entusiasmaba aquella alimentación innovadora.
Al cabo de los años, la buena marcha del negocio hizo que la familia abriera otro restaurante en Barcelona, el Teresa Carles, para demostrar que comer sano no tenía que ser aburrido. Por ello, incorporaron las diferentes tendencias gastronómicas y culturales que estaban en boga en todo el mundo.
Tres años después nacía Flax and Kale, con una visión innovadora de la gastronomía saludable. Y no vino solo. En Lleida, poco después, llegó un nuevo centro de I+D destinado a explorar las posibilidades de este nuevo mundo.
Sostenibilidad al poder
Y, por supuesto, una gastronomía que es buena para los comensales tenía que ser beneficiosa para el planeta. Por eso, su éxito no se puede desvincular de la sostenibilidad.
Así, todos los restaurantes de la marca utilizan métodos de cocción saludables, con productos no refinados e integrales. Además, siguen una política de aprovisionamiento sostenible, ya que el 80 % de la oferta es vegetal y el 20 % restante es proteína animal procedente de fuentes certificadas.
El packaging y el material en el punto de venta también son relevantes. Las cartas de los platos y la bebida están hechas con materiales sostenibles, así como la base de madera, que se puede reutilizar una infinidad de veces. Y, de hecho, los embalajes del take away son compostables.
Por otra parte, sus restaurantes disponen de una instalación de ósmosis para poder ser autosuficientes con el agua que se sirve al cliente y, así, evitar el transporte de tantos envases de un solo uso. Además, el agua de la ósmosis que no se aprovecha no se tira, sino que se recircula y se reutiliza en las cargas de los inodoros.
Una muestra de cómo la sostenibilidad y el éxito empresarial pueden ir de la mano.