Barcelona es sinónimo de historia, de cultura y de gastronomía. En el centro de Ciutat Vella, la pastelería La Colmena (plaza del Àngel, 14) es una de las más antiguas de la capital catalana, con más de 150 años de historia haciendo la vida de los ciudadanos y ciudadanas un poco más dulce. Pero, actualmente, su apuesta por la tradición se completa con otra apuesta: hacer compatible esta vertiente más gastronómica y de repostería con la responsabilidad ambiental, con la sostenibilidad.
Ya hace un tiempo que La Colmena ha adoptado la política de turismo responsable y se ha adherido al Compromiso para la Sostenibilidad Turística Destino Barcelona. Esto significa que trabajan para reducir el impacto ambiental, formar al personal en buenas prácticas sostenibles y garantizar una gestión que tenga en cuenta tres pilares: el social, el económico y el ambiental. El reto es grande, pero necesario, porque cada mordisco, cada gramo de dulce, también puede ser respetuoso con el planeta. No se trata de un compromiso vacío, sino que se traduce en acciones concretas: desde la reducción de residuos hasta la lucha contra la explotación y la apuesta por la accesibilidad universal. Dicho de otro modo, el turismo y la gastronomía pueden ser motores de cambio si se gestionan con criterios responsables.
Por ejemplo, todo el packaging que se usa es 100 % vegetal, e incluso la cuerda de los paquetes, que a la vez sirve de asa, también lo es. Esto reduce considerablemente el uso de bolsas de plástico. También ha apostado por una reducción de la utilización de envases a partir de la compra de ingredientes en grandes cantidades (así se evitan los envases pequeños), con la consiguiente disminución del transporte por la ciudad. Además, gracias a pequeños gestos como la gestión eficiente y adecuada del aire acondicionado (cuando no hace mucho calor se aprovechan las corrientes de aire natural) o el uso de agua tratada para reducir el impacto de las botellas de plástico se cierra un círculo en el que la sostenibilidad y la conciencia ecológica tienen un importante peso específico.
Dulces con historia
La historia de La Colmena y su evolución a lo largo de las décadas no se puede explicar sin tener en cuenta uno de sus dulces insignia: el bolado. El bolado es una golosina artesanal que casi ha desaparecido de los escaparates, pero no de La Colmena. Hecho con azúcar, clara de huevo y colorantes, es un caramelo blando y coloreado que requiere de paciencia y destreza para elaborarlo. Toni Roig, cuarta generación al frente de La Colmena, sigue preparándolo de manera 100 % manual, con un proceso que parece más un experimento químico que una receta convencional. Sus colores vivos —amarillo, azul, verde, rosa— atraen a turistas y curiosos, y lo convierten en un ejemplo de supervivencia de un dulce antiguo hecho de manera artesanal, que liga indisolublemente con los postulados de sostenibilidad de que hace gala esta pastelería barcelonesa.
Este contraste entre un producto dulce tradicional y la solidez de un compromiso sostenible explica muy bien el momento actual de La Colmena: preservar la memoria gastronómica mientras se construye un futuro más responsable. Porque turismo también significa respetar el lugar donde vivimos, respetar a quienes trabajan con nosotros, y apostar por un modelo económico que sea consciente y sostenible.
Más sobre La Colmena en www.pastisserialacolmena.com.