Visitar la Fundación Joan Miró es adentrarse en el mundo de uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Este espacio, proyectado por el propio Miró con el arquitecto Josep Lluís Sert en la montaña de Montjuïc, se convierte en un lugar donde arte y naturaleza dialogan, invitando al visitante a disfrutar de un museo tan único e inspirador como el artista que lo creó.

Medio siglo mirando al futuro

La Fundación Joan Miró abrió sus puertas el 10 de junio de 1975, fruto de la voluntad de Miró de establecer en Barcelona un espacio vivo, abierto al mundo y conectado con los artistas contemporáneos. Convertida en un centro de referencia donde la obra de Miró convive con la creación artística actual, la Fundación celebra en 2025 su 50º aniversario. Bajo el lema “Para la gente del mañana”, el programa conmemorativo incluye exposiciones, música y performances a lo largo de todo el año.

Uno de los momentos destacados de la celebración es la exposición “Miró y los Estados Unidos”, que describe la relación del artista con la vanguardia norteamericana de la posguerra a través de obras de figuras como Louise Bourgeois, Jackson Pollock, Mark Rothko o Helen Frankenthaler. Otro momento clave será la apertura al público del Jardín de los Cipreses, un espacio hasta ahora cerrado que conserva los árboles y bancos originales y recupera la idea de Sert de hacer del museo un lugar abierto al exterior.

Un museo donde arte y naturaleza se entrelazan

El edificio de la Fundación es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura racionalista, y uno de los pocos museos donde se establece un diálogo de complicidad entre las obras y el espacio que las acoge. Sert y Miró eligieron Montjuïc por su riqueza natural y por la voluntad de crear un espacio donde el arte se integrara plenamente con el entorno, con una vegetación que entrara en el museo y formara parte de él.

Desde sus patios y terrazas, como el Patio del Olivo o el Patio del Algarrobo, se puede descansar, observar y redescubrir el museo desde otra perspectiva, disfrutando de vistas sobre Montjuïc, la ciudad de Barcelona y las esculturas de Miró, que son parte del paisaje.

Llegar paseando a través el parque de Montjuïc, uno de los grandes pulmones verdes de la ciudad, tal como recomienda la propia Fundación, es una manera ideal de vivir la experiencia del binomio arte y naturaleza incluso antes de entrar en el museo.

Miró, un artista arraigado en la tierra

Todo esto conecta plenamente con el arte de Miró. La naturaleza ha participado siempre en el origen de su proceso creativo, además del vínculo con la tierra y el interés por los objetos cotidianos, temas recurrentes en su obra. Su colección en la Fundación —con más de 200 pinturas, 178 esculturas y 8.000 dibujos, entre otras obras— repasa toda su trayectoria y refleja esta relación íntima con la tierra y la cultura catalanas y un diálogo permanente con las vanguardias. La Colección permanente también incluye obras de otros artistas como Duchamp, Ernst, Tàpies, Chillida o Saura, en un diálogo entre generaciones y miradas sobre la modernidad. 

Para profundizar en todo esto, podéis descargar la aplicación gratuita Bloomberg Connects y descubrir en detalle las obras de Miró, además de aprender sobre la arquitectura de Sert, conocer las exposiciones temporales y consultar las actividades programadas que incluyen propuestas para todos los públicos, como talleres, juegos y jornadas de dibujo.

Con el objetivo principal de poner la obra de Miró, el arte moderno y el arte contemporáneo al alcance de todos, la Fundación apuesta por un modelo de gestión responsable y garantiza la accesibilidad física, auditiva, visual y para personas con diversidad cognitiva.

 En su 50º aniversario, la Fundación sigue fiel al deseo de Miró: ser un espacio para “la gente del mañana”, un lugar abierto e inspirador donde el arte conecta con las personas.