Con más de cuatro siglos y medio de historia, la icónica casa de cava Codorníu no solo ha logrado mantener intacta su esencia, sino que ha sabido reinventarse para liderar la industria desde una perspectiva consciente y comprometida con el territorio, la biodiversidad y las personas. Hoy, es todo un ejemplo de cómo convertir un legado vinícola centenario en un modelo de éxito responsable basado en la excelencia, la sostenibilidad y la innovación.
Tradición innovadora
El año 1551 marca el origen de la bodega más antigua de Europa, pero su historia contemporánea está claramente definida por la innovación. En 1872, Josep Raventós creó la primera botella de cava en España elaborada mediante el denominado método tradicional, mientras que, a finales del siglo XIX, fue Manuel Raventós quien dio el salto a la producción a gran escala e impulsó enormemente la firma, que además se convirtió en pionera en el campo publicitario.
Ya en el siglo XXI, en 2002, Codorníu creó el primer cava rosado del mundo, y en 2010 introdujo el primer cava blanco elaborado con Pinot Noir. Unos años más tarde, en 2017, sus viñedos obtuvieron la distinción de Paraje Calificado por la excepcional calidad de sus tierras, y en 2020 iniciaron la transición a la agricultura ecológica para cuidar mejor del planeta.
En la actualidad exportan a más de 50 países unos vinos y cavas de sabor único y atemporal que conquistan todos los paladares. A lo largo de 18 generaciones de viticultores, la familia —una saga cuyo origen se remonta al siglo XVII con la unión entre la heredera de las bodegas, Anna Codorníu, y el viticultor Miquel Raventós— ha sabido fusionar tradición e innovación, manteniendo viva una cultura vitivinícola arraigada en el Penedès y buscando la proyección internacional.
Dar valor a la tierra
Un hito que sirve de ejemplo al compromiso de Codorníu con la sostenibilidad y la excelencia es la conversión ecológica completa de sus viñedos, lograda en 2024, un año antes de lo previsto. Este cambio representa toda una declaración de intenciones que sitúa el respeto por la tierra en el centro de todas las operaciones. Con casi 2.900 hectáreas de viñedo ecológico y más de 300 familias de viticultores implicadas, el Grupo Raventós Codorníu es consciente de que su propuesta de valor está estrechamente ligada al territorio y se preocupa por preservarlo.
Su filosofía, resumida en la máxima "Dar valor a la tierra", se traduce en acciones concretas que van desde la protección de la biodiversidad hasta el impulso de contratos plurianuales con sus proveedores, pasando por un asesoramiento técnico constante para garantizar prácticas agrícolas responsables. Esta simbiosis entre empresa y territorio refuerza no solo la economía local, sino también la cultura vitivinícola como patrimonio vivo.
Pero la sostenibilidad va más allá del cultivo. El proceso de elaboración de sus cavas, como el mítico Anna de Codorníu, se realiza bajo los principios de eficiencia y circularidad. El 100% de la energía eléctrica proviene de fuentes renovables, y se han adoptado modelos de gestión ambiental orientados a reducir la huella ecológica.
Para las personas y para el planeta
Como líderes del mercado, trabajan para seguir siéndolo de forma responsable. Desde la llegada del CEO Sergio Fuster en 2020, se ha apostado por una cultura empresarial basada en la humanidad, la diversidad y el empoderamiento, con la misión de ir más allá de generar beneficio económico. Se han implementado programas de bienestar y desarrollo personal para los empleados, y se han impulsado iniciativas de liderazgo femenino. Raventós Codorníu ha sido reconocida por Forbes como una de las mejores empresas para trabajar, lo que avala la calidad humana del proyecto.
La coherencia del proyecto se transmite a toda la cadena de valor gracias al Código Ético del grupo, que exige que sus proveedores y subcontratistas cumplan también sus exigentes criterios de responsabilidad social y ambiental.
Con una cartera de marcas que apuesta por la autenticidad, la transparencia y la excelencia, Raventós Codorníu se erige como un caso paradigmático de cómo el respeto por la tierra, la innovación y el valor humano pueden construir un modelo de negocio sostenible y duradero. Su éxito no solo radica en las cifras de ventas récord alcanzadas en los últimos años, sino en su impacto positivo, que permite a los consumidores disfrutar de sus vinos y cavas sabiendo que, además de celebrar la vida, están contribuyendo a un futuro mejor. Raventós Codorníu no solo aspira a ser la mejor empresa de vinos del mundo, sino la mejor empresa de vinos para el mundo.