Fermí Villar es presidente de Amicsde La Rambla desde el 2016, y el próximo mes de marzo dejará finalmente el cargo, después de haber puesto en marcha un montón de iniciativas destinadas a convertir esta calle en más sostenible y amigable para la gente de la propia ciudad y también para sus visitantes.
Su vinculación con La Rambla viene de lejos, desde 1969, cuando sus padres abrieron un taller y tienda de chaquetas de piel. Los hijos continuaron con el negocio, pero el sector fue a la quiebra y la siguiente generación se ha dedicado a la gestión de los locales familiares.
Después de estos ocho años, Fermí ha visto cómo, tras mucho insistir, en octubre del 2022 se ponía por fin en marcha el Pla Endreça, un ambicioso programa que quiere ampliar el mantenimiento del espacio público y mejorar su corresponsabilidad y convivencia. Poniendo énfasis en aspectos como la mejora de la gestión de residuos y el uso eficiente de recursos.
Un plan que no solo afecta a este espacio, sino que puede tener resonancia en toda la ciudad. “La Rambla es el laboratorio humano por excelencia de Barcelona”, cuenta Fermí, “por intensidad de visitantes, anticipa todo el que sucede en la ciudad”.
Medidas sostenibles
Por ello, la asociación es puntera en adoptar estrategias para mejorar el entorno de esta vía, es lo que hoy denominamos turismo sostenible. “La primera moratoria de licencias de apartamentos turísticos la solicitamos Amics de La Rambla en el 2014”, recuerda. “Se nos criticó, y ahora es un modelo de toda la ciudad”.
Y es que, tal como explica Fermí, el exceso de determinada oferta es perjudicial para el tejido social del barrio, que, sin esta regulación, veía cómo las calles se llenaban de negocios que no daban servicio a los vecinos y vecinas.
“Limitamos la nueva apertura de bares, restaurantes y hoteles”, explica. Y puntualiza que ellos, lo que buscan, es que los visitantes de todas partes estén cómodos: “Tanto si son de Los Ángeles como de Granollers, queremos que se encuentren a gusto”.
Y este respeto por las personas locales se percibe en ámbitos muy diversos: la limitación de la contaminación acústica, la mejora en la gestión de residuos, la responsabilidad social de muchos negocios...
De hecho, esta sensibilidad con la que los asociados de Amics de La Rambla llevan a cabo sus actividades ha convertido en natural la incorporación en Biosphere.
“Hay negocios que hace muchos años que son sostenibles”, afirma. “Y cuando nos hablaron de Biosphere, desde el primer momento lo tuvimos clarísimo”. Esta apuesta por la sostenibilidad, que llevan en el ADN, ha hecho que la asociación haya estado abierta a todo tipo de propuestas susceptibles de mejorar el entorno de esta calle.
Pero no llegan siempre todas a buen puerto. Como una iniciativa de un grupo de estudiantes universitarios a principios de la década del 2010, que querían instalar un pavimento que generara energía a medida que la gente lo pisara.
“Comprobamos que La Rambla tenía 120 millones de paseantes anuales, pero el proyecto no prosperó”, dice. “Habríamos podido generar muchísima energía”.
Una muestra de cómo Amics de La Rambla, capitaneados por Fermí Villar, han estado abiertos a todo tipo de propuestas que les permitan mejorar el entorno. Siempre bajo la misma máxima: “El turismo de calidad no es el que gasta sino el que respeta”.